Por Miguel Villaseñor

Publicado en la Web RFEA el 22.9.2021

​ Iniciamos hoy un nuevo serial en la página web de la Real Federación Española de Atletismo. Capítulo a capítulo iremos describiendo los recintos, instalaciones y pistas atléticas españolas que fueron protagonistas de nuestro atletismo y que ya han desaparecido. Hablaremos de cómo surgieron, qué características tenían, dónde estaban exactamente situados y qué actividad atlética se desarrolló en ellos. Hoy comenzamos con Jean Arnaud (Barcelona), El Botánico (Salamanca) y Amara (San Sebastián). Esperamos que os guste este viaje, empezamos.

Jean Arnaud (Barcelona)
El pequeño estadio Jean Arnaud de Barcelona fue todo un referente del atletismo barcelonés durante casi 25 años, desde 1944 hasta finales de los años 60. Pero no era un recinto convencional. Frente al majestuoso Montjuïc, el pequeño y siempre bien cuidado Jean Arnaud era la pista de bolsillo del atletismo de la Ciudad Condal. Y decimos pequeño y de bolsillo porque, a pesar de aprovechar al máximo el espacio del recinto, la pista medía sólo 263,75 metros de cuerda (o 257 metros según otras informaciones), con las dificultades que ello implica. No queda hoy vestigio del estadio Jean Arnaud, situado «dentro» de Barcelona, y más cercano para muchos atletas y aficionados, en contraposición a Montjuïc, subido allí en su montaña. El Jean Arnaud estaba situado en el barrio de Gràcia, entre las calles Sardenya (Cerdeña), La Providencia y Secretario Coloma (hoy Pau Alsina), y formaba parte de un complejo deportivo que incluía un campo de fútbol, que sí perdura hoy día, el NouSardenya.

El Jean Arnaud se inauguró en 1944 y la primera competición allí celebrada fue el Campeonato de Cataluña de neófitos y debutantes, el 30 de abril de aquel año. Era propiedad del Club Hispano-Francés, club deportivo fundado en 1943 que incluía entre otros deportes, el atletismo, el baloncesto y el voleibol (balonvolea, se decía entonces), deporte este último en el que el club consiguió sus mayores éxitos. En 1968 el Hispano-Francés se mudó a su actual sede en la zona de la Valld’Hebron, y la piqueta se encargó de desmantelar aquellas instalaciones, excepto el referido campo de fútbol. La pista de ceniza del Jean Arnaud fue siempre muy apreciada por los atletas barceloneses, especialmente los velocistas, que buscaban allí mejorar sus registros en un recinto muy abrigado de los vientos. Sin embargo, las dimensiones del recinto, una de las pistas más pequeñas de España, fueron un hándicap para las pruebas de más de 200 metros. Pensemos, por ejemplo, que allí un 10.000 suponía dar casi 40 vueltas, frente a las 20 que se daban en Montjuïc, que entonces tenía 500 metros de cuerda. Había sitio, por los pelos, para los 110 metros vallas, aunque los atletas frenaban bruscamente tras la meta contra la valla de la calle Secretario Coloma.

Con sus pequeños graderíos, sus vestuarios y pequeño gimnasio, el Jean Arnaud, con sus peculiares características, no fue escenario de campeonatos, sólo de encuentros regionales de clubes y algún encuentro internacional de clubes. Mentimos, pues sí fue salida y llegada del Campeonato de España de Marcha en 1958. Sin embargo, fue testigo de seis récords de España, todos femeninos, logrados en1960 y 1961, pues esta pista fue muy utilizada por las jóvenes atletas catalanas que, a imagen de las pioneras de la República, reintrodujeron el atletismo femenino en España. Aquellas pistas de ceniza del pasado necesitaban de grandes cuidados, y era fundamental para ello la figura del encargado, que cuidaba con mimo todos los rincones de la misma. En el Jean Arnaud era Raimundo Campos, que se conocía al dedillo cada metro de la pista, dibujando las líneas y marcando las salidas y la colocación de las vallas en una pista de tan caprichosa medida. El atletismo estará siempre infinitamente agradecido a profesionales como él.

El Botánico (Salamanca)
Los turistas que visitan hoy el Parque Arqueológico del Botánico, en la Universidad de Salamanca, no pueden ni imaginar que sobre aquellas ruinas que están observando, del Convento de San Agustín y el Colegio de Cuenca, existía una pista de atletismo. Los atletas que allí entrenaron y compitieron tampoco lo sabían. Hablar de atletismo en El Botánico de Salamanca, así llamado por el antiguo jardín botánico que allí existía, es hablar en primer lugar de pruebas de velocidad corridas en el llamado «recinto deportivo universitario» inaugurado en 1950, sobre tierra y después sobre cemento, en una pista pintada frente al antiguo gimnasio universitario, con su imponente frontón a imitación de un templo griego, y con saltos sobre una zona de arena. En aquel gimnasio se disputaron incluso algunas competiciones informales en «pista cubierta», de velocidad hasta 20 metros.
 
Más tarde, en 1964, se inauguran muy cerca de allí las pistas universitarias, de ceniza y tierra y 300 metros de cuerda, con cinco calles en la recta. Sin vestuarios, no eran unas pistas de buena calidad, con una pequeña «cuesta» y algunas piedras que llegaban a romper los clavos de las zapatillas. Allí se baten varios récords de España, entre los que destacan los del salmantino José Luis Sánchez Paraíso en 100 metros y los de María Jesús Sánchez en vallas. Alma máter de aquel atletismo salmantino fue Carlos Gil Pérez, persona histórica del atletismo español y que no necesita presentación, y que entrenaba allí a sus atletas: los citados Paraíso y Sánchez, Pérez Cordovilla, Álvaro González, Rosa Colorado, Ángel Cruz… Además de Director Técnico de la RFEA, Carlos Gil fue Director del Servicio de Educación Física de la Universidad de Salamanca, cargo que ostentó durante 25 años. Por cierto que aquellas pistas eran también utilizadas para la clase de Educación Física por los alumnos del cercano Instituto Fray Luis de León.

En 1973 se inauguran las pistas de El Helmántico, al norte de Salamanca, en las afueras de la ciudad, que capitalizan las competiciones pero no los entrenamientos, puesto que la zona universitaria salmantina estaba mucho más a mano que el lejano Helmántico y muchos atletas siguieron en su día a día en la antigua pista. En 1980 las pistas de El Botánico se remodelan completamente y estrenan material sintético, es un tartán negro característico. En 1983 es El Helmántico quien se cubre de sintético en sus ocho calles.

Hoy, como hemos apuntado al principio, no hay rastro de las pistas. El antiguo gimnasio, con su portada clásica, y el resto del recinto deportivo primigenio, desapareció hace mucho tiempo. En su lugar hoy se levanta la Facultad de Geografía e Historia. Será en 1997 cuando desaparezcan las pistas de El Botánico, que en parte pasan a ser un aparcamiento, y se empiezan a descubrir los restos arqueológicos. Testigo de todo ello fueron las pequeñas gradas que estuvieron en pie durante muchos años. En noviembre de 2020, después de dos décadas de abandono, se abren las visitas al Parque Arqueológico, ruinas sobre las cuales hubo una vez una pista de atletismo. Con la colaboración de Ángel Cruz y Juan Antonio Borrego.

Amara (San Sebastián)
El estadio de Amara fue la sede del atletismo donostiarra durante menos de una década, en los años 40 del pasado siglo. Disponía de una pista de 4 calles en el anillo y 6 en la recta, y tenía una cuerda de 325 metros. Con un bello e inconfundible muro de adoquines cerrando el recinto, Amara no fue un estadio exclusivamente atlético, ni mucho menos, pues fue amplísimamente utilizado para muchos otros deportes, como el hockey, el balonmano a once, el baloncesto (en las canchas habilitadas en los semicírculos de las curvas)y, por supuesto, el fútbol. Precisamente la inauguración, el 17 de abril de 1943, fue con un partido de hockey, aunque sin hierba, nunca dispuso de ella en el interior de la pista. Quizá fue este deporte, el hockey, el más importante de los practicados en Amara.Fue al año siguiente cuando se habilitó la citada pista de atletismo y se iniciaron las competiciones atléticas. Los atletas guipuzcoanos, que con frecuencia se veían obligados a viajar a la cercana Tolosa, a su magnífico estadio de Berazubi, tuvieron la ocasión de poder practicar su deporte en la misma capital donostiarra. El estadio de Amara, con una pista de una calidad muy aceptable, fue ampliamente utilizado por el atletismo guipuzcoano. El éxito del «estadio debolsillo» (como se le llamó entonces) demostró la necesidad de un recinto deportivo acorde a la afición donostiarra. Por ello se construyó, a un escaso kilómetro de Amara, en el entonces llamado cañón de Anoeta, la Ciudad Deportiva del mismo nombre, cuya pista de atletismo, ya de 400 metros de cuerda, comenzó a andar en 1950. En ese momento se cierra Amara para el atletismo, aunque el terreno central sería utilizado para algunos deportes durante cuatro años más. Puntualizar, dicho sea de paso, que la antigua pista de Anoeta se encontraba exactamente en el lugar en el que hoy se levanta el Reale Arena o estadio Municipal de Anoeta, en el que juega el equipo de fútbol de la Real Sociedad.

Volvamos al estadio de Amara, que se encontraba en el barrio del mismo nombre, sobre terrenos municipales en el ensanche sur donostiarra. No queda rastro de él; hoy se levantan buenos edificios de viviendas en la manzana de las actuales vías de la avenida de Sancho el Sabio y de las calles de la Sagrada Familia, de José María Salaverría y de Azpeitia; el gran centro de este rectángulo está ocupado por la plaza del Sauce, hoy peatonal, en cuyo centro sobrevive un sauce llorón plantado, dice la leyenda, en los últimos días de aquel complejo deportivo por el señor Iradi, el último empleado del estadio de Amara.

Se ruega comunicar cualquier corrección o sugerencia a miguelvillasenororozco@hotmail.com

Por AEEA1987